Estuve revisando mi posición con respecto al tema que tratábamos el otro día. La verdad es que tras darle algo de vueltas al asunto he concluido que mis ideas sobre el tema no son las que expuse aquel día.

Quizá lo que más le moleste a uno al iniciar una discusión sobre la problemática del sentido de la existencia es que la idea no es completamente nueva, y por tanto ha sido tratada infinitas veces por centenares de personas enormemente más capaces que uno mismo. Claro que también es algo agradable darse cuenta de que todos han llegado a conclusiones tan dispares que uno tiende a dudar un poco de la veracidad de los argumentos de estas luminarias y, un poco más contento, se pone a elucubrar.

Así las cosas, voy a tratar de exponer aquí las razones que me han llevado a pensar que el suicidio es una opción válida y por qué no lo hago si es tan buena idea. Claro, tratemos de ponerle humor a la cosa. Mira que si no es peor.

En primer lugar, mis conceptos:

No creo que suicidarse sea un acto “malvado” (sí, probablemente esto me convierte en un pésimo consejero).

No condeno a quien lo hace o considera

No estoy enteramente seguro de que sea algo bueno o provechoso.

Ahora, a explicar.

Creo que lo primero que tengo que dejar claro es que soy un agnóstico y como tal, no estoy tan seguro como lo estaría un cristiano de qué es bueno y qué es malo. Con respecto a esto mismo, no creo en el pecado como un concepto práctico. Por supuesto que creo que existen tipos de conducta deseables y otros indeseables, y también creo que aquellos indeseables deben ser castigados, pero sólo en la medida que dicho castigo tenga una misión reformatoria, no sólo porque sea bueno que los malvados deban sufrir. El castigo vindicativo es una de las cosas que ha llevado a los hombres a aceptar el concepto de infierno.

Tampoco acepto autoridad alguna de la forma que los hombres cristianos o religiosos hacen, de tal manera que la consideración de las acciones como deseables o indeseables está sujeta principalmente a mi propio juicio. Esto no significa de ninguna manera que yo haga lo que se me antoja.

La verdad es que en cierto sentido un agnóstico pocas veces hace todo lo que desea, y en otro sentido todos hacen lo que quieren.

Supongamos que odiamos tanto a alguien que queremos matarlo ¿Por qué no lo hacemos? La respuesta más común es “Porque la religión me dice que es pecado”. Sin embargo estadísticamente un agnóstico no es más proclive a cometer asesinato que un hombre cristiano, al contrario. Aun así, las motivaciones para no hacerlo son las mismas esencialmente, y todas se resumen básicamente en el miedo al castigo. Por eso mismo como agnóstico no puedo temerle al suicidio tal como le temo a cometer asesinato. Ahora, quizá en un estado de emergencia todos cometeríamos crímenes y no nos importaría el castigo, simplemente porque éste no existiría.

Dije que en otro sentido todos hacíamos lo que queríamos. La verdad es que sólo un orate complace todas sus necesidades, todos nuestros deseos están regidos a su vez por deseos más fuertes que se imponen. En el caso del suicidio puntualmente estoy hablando de la familia, por alguna razón que no siempre comprendo muy bien mi gente se empeñó en cuidar de mí por muchos años, y lamentablemente algunas decisiones personales de hacer o no hacer algo como esto pasan por eso. Así que, como puedes ver, no voy a tirarme del puente en el futuro inmediato.

Como ves, no puedo disuadirte ni aplaudir tu actitud, y desde esta mierda en que uno cae tras leer más de lo que debería, lo único mediocremente válido que puedo decirte es que tienes buenas razones para hacerlo, pero otras mejores para no hacerlo.

Por supuesto que es un consejo horrible. El tiro te lo vas a pegar sin importar lo que te diga.

Abrazos.