jueves, 22 de noviembre de 2007

Pecados mis narices

Estudié en un colegio católico. Mi familia es muy católica. Yo sin embargo siempre he tenido grandes problemas para ver lo malo de los pecados, y quizá tiene que ver con una característica un poco infame de mi personalidad, la maldita o bendita rebeldía que siempre me ha llevado a tener un cierto desapego por las reglas.

Y un rechazo instintivo a los diferentes mecanismos de control excesivo que se han tendido sobre nosotros, incluyendo sistemas políticos, morales y religiosos. Puedo comprender quizá los primeros. Con los segundos debo estar en concordancia más de alguna vez, y para encajar en el contrato social simplemente dejamos ciertos animalismos para el dormitorio. Pero simplemente no soy capaz de lidiar con la sarta de ideas intangibles e irracionales que forman las bases de los sistemas de control religiosos. En particular con la idea sosa y poco sostenible de los pecados. Estoy completamente en desacuerdo con cualquier restricción de deseos humanos que de alguna manera ayude a una persona a caer en estados de frustración, y es justo lo que el sistema de castigo vindicativo que sucede a la comisión de un pecado promueve. Es decir ¿qué diablos puede hacerte creer que la privación lleva a una vida plena?

Personalmente estoy de acuerdo con cualquier tipo de "pecado" que lleve a la satisfacción física y mental de un individuo mientras éstos no ataquen ni interfieran con las libertades personales ni la voluntad de otros seres vivos. Creo firmemente que la abstinencia lleva a la frustración, y que no hay nada más terrible que un ser humano frustrado.

Tomemos los pecados capitales por ejemplo. No hay un sólo ser humano que esté exento de ellos, ni siquiera los más idealistas. Es sólo cosa de observar un poco.

Nadie come sólo lo necesario para vivir. Todos somos culpables de gula en algún momento. Y si en algún momento te vuelves obeso, la vanidad, otro pecado, te hará querer retornar a tu estado anterior.

La codicia no es más que un deseo de tener más de lo que actualmente se tiene, y definitivamente no hay nada de malo en eso. Al contrario, así es cómo progresamos!

La envidia sólo nos lleva a querer cosas que nuestros pares tienen, y por muy no-bueno que se considere compararse con ellos, en algún momento lo hacemos. Es tan... natural, tan humano...

Qué hay de la vanidad. Al respecto sólo tengo que preguntarme ¿Habrá algún ser humano sobre este planeta que use lo que lleva encima con la sola finalidad de abrigarse?

Claro que indulgencia no significa necesariamente compulsión, lo que intento decir es que cualquier deseo debería intentar realizarse para mantener un equilibrio.

Sin embargo, tengo que ser enfático en la importancia que tienen para mí las libertades y voluntades personales, tanto o más que las propias. Tampoco creo que lastimar animales no-humanos u otros tipos de seres vivos para satisfacer deseos sea gran idea.

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Publicado por Nahuel el jueves, 22 de noviembre de 2007

 


 

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